Allabajos

Mi abuelo Goyo era una persona con la que compartí mi infancia y gran parte de mi adolescencia de una manera muy cercana pese a su rigidez y patriarcado.

Tras unos meses de decadencia por su enfermedad, en el año 2015 falleció, y , por circunstancias personales de manera inconsciente, no pasé su duelo.

Un año y medio después, sentí la necesidad de visitar la casa donde él vivió y que fue testigo de mis primeras caídas en bici; un lugar que me impregnaba de olor de manzanilla y chorizo; donde mi juguete siempre era arreglado; el chirriar de los muelles de la cama de mis abuelos; los gruñidos de los cerdos era la música de fondo …

Consciente de que es en aquel momento en el que percibo su ausencia y el desgarro por su pérdida, cuando, incapaz de verbalizar mis sentimientos, los libero a través de la fotografía. 

La soledad, la respuesta que no llega, quietud en la piedra que afila el cuchillo, un fogón sin crepitar, una ventana cerrada que me impide oírlo al llamarme, un pimiento con sal sin compartir, un timbre que deja de sonar…

Su silencio lo hice mío. Lo hago nuestro.