Rizoma: conjunto de raíces subterráneas que se desarrolla en forma horizontal conformando una Red totalmente autónoma (ya que son capaces de almacenar nutrientes) y permitiendo el nacimiento de nodos idénticos. Sus ramificaciones son imprevisibles y siguen creciendo a lo largo de la vida.
Hay organizaciones empresariales que han adoptado este enfoque como modelo de gestión y su principal pilar es tratar de conocer a las personas, usar su potencial, conectarse y asumir la actitud necesaria para ser un nodo más en la red, estar disponible para intercambiar información con los demás y trabajar juntos.
Las personas nos vemos envueltas en un complejo tejido de interrelaciones laborales que tienden a estabilizarse. Sin embargo, los vínculos son frágiles y pueden verse comprometidos por múltiples factores.
La inclusión de nuevos integrantes en el equipo de trabajo provoca que los nexos entre los miembros ya existentes se vean afectados.
Este contexto sumado al estrés, necesidades cambiantes de la organización, dificultad de adaptación, roles que no se asumen, falta de motivación, mala comunicación, escasez de tiempo… provocan ruptura, confusión y enredo en las relaciones.
Esa fisura origina malestar en las ramas que conforman la estructura, generando angustia, frustración, irritabilidad, fricción entre los compañeros…
El cometido del responsable es que la personalidad individualidad se difumine para crear una amalgama entre “el yo y el grupo que va conmigo”; donde es vital el acople mutuo de las partes implicadas, no dejando a componentes aislados.
En definitiva, regenerar la convivencia y alianzas para que prime la consonancia, fluidez y claridad.